Xuntáronse catro un día, os millores deste barrio.....en el jardín para salir a hacer una ruta dirigidos por Fer. La idea era hacer una ruta a ritmo resacoso pero con la intención de hacer la balconada...............si daba tiempo. Comenzamos con la habitual subida a la Portela, para purgar nuestros pecados.
Una vez llegados arriba, los vientos no nos eran propicios, ya que soplaba nordeste, con lo que se empezó a elucubrar con cambiar la dirección de ataque a la balconada, aunque finalmente se siguió con el planteamiento inicial, Así que nos dirigimos desde allí hasta el curro para empalmar con la pista que nos llevaría hasta la tan ansiada balconada.
El ritmo era el adecuado para no machacar las fuerzas en la lucha contra los embates de Eolo, imaginaos como íbamos que Fer no tenía ni hambre al pasar la encrucillada, con lo cual no paramos y seguimos nuestro camino.
La temperatura acompañaba a pesar del aire fresquillo que teníamos de frente y casi sin darnos cuenta ya estábamos en el cruce que sube hacia A Graña, donde paramos para dilucidar si seguiríamos el plan primigenio o subir y encarrilar nuestras bicis por otros derroteros, momento en el cual, Fer aprovechó para zamparse una barrita y convencernos de que íbamos justos de tiempo, por lo cual, y dado que hoy él era el sherpa, aceptamos su decisión y cambiamos el recorrido.
Pero, hete aquí que al llegar a la carretera, Fer nos volvió a sorprender dirigiendo sus pedaladas en dirección al Iroite para, una vez llegados al cruce de Lidón, dirigirnos a un camino que bordea por debajo del EVA 10 en dirección a nuestra querida Hijaputa. Descendimos por ella y desde allí nos dirigimos por la ruta habitual hasta Mosquete, en algunos tramos parecía que pedaleáramos sobre plastilina, Montaña, sobreira centenaria del Vilariño, donde José Manuel decidió dejarnos para no tener problemas maritales con su MDR, Os Casás, Pumadiño y............................. por supuesto bar de Sanisidro, donde degustamos unos choricitos acompañados de las inevitables cervezas o coca-colas.
Luego de despedirnos de Pili y compañia, nos fuimos desperdigando por la carretera en dirección a nuestros hogares, aunque Luismi, cuyos síntomas pre-alzheimer empiezan a hacerse más que evidentes, tuvo que dar la vuelta desde A Pontebarbanza hasta el bar para recuperar el camelback que, como unos donuts cualquiera, se había dejado olvidado en el respaldo de la silla.
Y a la espera de lo que nos pueda deparar climatológicamente el próximo sábado 31 de diciembre, nos despedimos hasta la próxima crónica de un pueblo.
El vídeo se subirá en cuanto esté editado
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