El caso es que el sábado nos reunimos en el jardín siete bikers con ganas de …………… mojarse, porque no había que ser un genio para saber que las probabilidades de que lloviese ese día eran bastante grandes, a pesar de los pronósticos de windgurú.
Como hacía tiempo que no nos movíamos por la zona de Taragoña, Fer nos invitó a desplazarnos hasta el Castro Barbudo y hacia allá nos dirigimos por el negro asfalto. Alberto se iba aburriendo, así que de vez en cuando, se marcaba una serie en cuanto la ruta picaba para arriba. Mientras, los demás íbamos a ritmo de calentamiento sin pena ni gloria.
Pero, al llegar a Cespón, la lluvia hace acto de presencia y realizamos la primera parada técnica para ponernos los chubasqueros y esperar unos minutos a ver si paraba. En vista de que la cosa se calmaba, proseguimos la ruta y empezamos la subida desde Ponte Beluso. Para no variar, Luismi iba ocupando la cola del pelotón, las piernas notaban el esfuerzo de los 50 kms del día anterior, precedido por Fer y sus altas pulsaciones. Más delante, el dúo formado por Aki y Juan, y delante de todos, el terceto formado por Alberto, Teira y ¿Víctor?.
Al llegar arriba, la niebla y la llovizna lo invadían todo, por lo que no nos quedamos ni dos minutos, cogimos la ruta inversa y para abajo. Pero en un momento dado, Jesús, que conocía algún camino por la zona, nos invitó a seguirle por ellos y allá que nos fuimos.
Una vez vueltos al asfalto, ese diablillo con forma de GPS averiado que lleva Fer en su cabeza, nos invitó a seguir por una pista que habíamos visto durante la subida, así que, allá nos fuimos en plan descubridores. Después de un tramo bastante rápido y otro por restos de una tala, nos encontramos con un tramo estrecho entre árboles cuyas hojas caídas le daban colorido al piso.
Este camino nos llevó casi hasta Bealo, donde hicimos la segunda parada técnica bajo la lluvia para comer algo y reabastecernos de agua en una fuente. Desde allí nos dirigimos a la capilla de San Ramón y luego seguimos hasta empalmar con la carretera que va desde Ponte Beluso hacia el Confurco, donde cogimos a la derecha para luego tomar el desvío hacia Armada.
Una vez en ese tramo, cogimos las pistas de tierra existentes por allí hasta volver a toparnos con lo negro, y es aquí donde empieza la odisea del día. Fer, nos dirige hacia un camino que ya en verano llevaba en algunas zonas agua, por lo que, con lo que llevaba caído hasta ahora, transitar por él sería lo más parecido a intentar emular a Jesucristo caminando sobre las aguas del mar de Galilea.
En ese preciso momento, Luismi decide empezar a grabar con la cámara, ya que se intuía que el paso por esa zona podría traer imágenes impactantes.
Y así fue, ya que nada más salir, unos cien metros más adelante, Alberto, haciendo alarde de una potencia descomunal, provoca un trompo con su bici que le lleva a zambullirse cual Greg Luganis en uno de los charcos que jalonaban el camino. Risas y más risas, y afortunadamente, a pesar de lo aparatoso del golpe, Alberto no sufre consecuencias y proseguimos.
No pasan otros trescientos metros y le toca el turno a Fer. Una rama en el camino, le enseñó que su destino era rodar..............por el suelo.
Pero lo más espectacular estaba aún por llegar. Poco después nos encontramos con el camino totalmente anegado por la crecida de un riachuelo que lo cruzaba. Dada la corriente que bajaba, y la profundidad que parecía haber justo en su intersección, buscamos para arriba y para abajo alguna zona por la que atravesarlo, y al final, tuvimos que hacerlo por encima de una rama gruesa en plan Tarzán.
Retomado el camino, que ya no era un camino, aquello era un río con pequeñas cascadas salpicadas en el recorrido y arenas movedizas. Lo mejor llegó unos metros después, cuando nos encontramos con la réplica boirense del canal de Corinto. Poco más de un palmo de agua de un lado al otro del camino y durante más de doscientos metros que nos divirtieron como nunca, y en la que todos querían que la cámara de Luismi inmortalizase el momento.
Desde allí, la cosa se calmó relativamente, con algún que otro regato crecido y multitud de charcos de grandes proporciones que hicieron que nos lo pasáramos como cuando éramos niños y chapoteábamos en todos los charcos que pillábamos.
Una vez retomado el asfalto, nos dirigimos otra vez hacia Cespón y ya en la carretera, empezamos el retorno a casa. Pero, justo al pasar la recta y justo antes de empezar la subida que lleva hasta el Florida, Luismi nota que su rueda trasera no va bien, va rebotando por el liso asfalto y eso sólo puede ser sinónimo de pinchazo.
Dado que Alberto, Teira y Víctor tenían prisa, nos despedimos de ellos y le echamos un vistazo a la rueda.
Había entrado agua en la llanta y se veía como rezumaba por la zona de la válvula. En vista de que la rueda parece que tiene aire suficiente para llegar hasta Boiro, decidimos tirar hasta Boiro, dejando a Aki en su casa y llegando hasta Sportbike, donde le pedimos a Nelo si le puede dar aire a la rueda con su compresor, dejándole el suelo hecho un asquito, ya que todos llevábamos los pies completamente encharcados.
Luego de agradecerle el favor, los tres mosqueteros que quedábamos, Juan, Fer y Luismi, decidimos tirar por el paseo marítimo de Escarabote hasta el del Conchido, pasando por el Camiño Real y directos para casa sin pasar por el bar de Sanisidro, debido a la mojadura que llevábamos encima y que hubiera resultado perjudicial para nuestra salud, je, je, je.
Track de la ruta
Vídeo de la ruta
Espectacular ruta!! La crónica no se queda atrás!
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