SIGUE ACTIVO EL BROTE DE SHERPATOLEMIA

En la OMS andan como locos, a la epidemia de ébola que está machacando África occidental, se le ha unido, como comentábamos en la crónica de la semana pasada, la sherpatolemia. Fer habría sufrido un ataque pero cuando todos pensábamos que sólo había sido un brote puntual, el sábado de Nazareno nos vuelve a dirigir víctima de tal infección.
Si la semana anterior nos había hecho sufrir al calor subiendo por los eólicos de la Portela, esta vez nos tocó cambio de tercio ya que la lluvia hizo su aparición y para redondear la jornada, sólo se le ocurrió llevarnos desde las piscinas hasta el mirador de Valle-Inclán a salto de mata.
Pero primero vamos con los antecedentes. A nuestra habitual hora, las 10 AM, y en nuestro lugar habitual, justo cuando empezó de nuevo a llover, nos encontramos esta vez sólo cinco Portelas, Alberto, Fran, Varela, Fer y Luismi. Pero resultó que ese mismo día, varios miembros de Os Chans do Barbanza, habían quedado para salir a causa de las fiestas del Nazareno, con lo cual nos juntamos un buen grupeto, con Elisardo y tres compañeros suyos más, de cuyo nombre no puedo acordarme, y, más tarde, Byron al que tuvimos que acudir a buscar hasta su casa.
Y fue justo en la casa de este último donde dio comienzo nuestro calvario ya que, al vivir en Santa Cruz, nos acercaba irremediablemente a las inmediaciones de la Curota. Mientras la mayoría pensábamos en bajar hasta la casa de turismo rural y luego coger alguno de los caminos que nos van llevando hasta Sanisidro, a Fer se le ocurrió la idea de subir desde allí hasta el primer mirador.
Gracias a la lluvia caída anteriormente y a la que caía en ese momento, sumado a la pendiente que tiene la subida al principio y a los resbaladizo que estaba en algunas zonas el piso, las pulsaciones de algunos fueron alcanzando cifras por encima de 190 y aún quedaba el tramo de piedras en el que, mayoritariamente, habría que subir empujando las bicis. Luego la cosa se calmaría un poco, dado el buen estado del tramo de la matahomes que sube hasta el mirador de Valle-Inclán, pero la lluvia venía acompañada de un vientecillo tocapelotas que, según te diera, molestaba o empujaba.
Una vez en el mirador, optamos por seguir el tramo de descenso de la Barbantia por debajo del antiguo vertedero, lo que para algunos fue una verdadera odisea, si no que se lo pregunten a Luismi cuyo freno trasero no tenía intención de funcionar como debería y que casi le lleva a besar el suelo cual Papa bajando de una avión en visita pastoral. Afortunadamente anduvo fino de reflejos y consiguió mantenerse en vertical.
Reagrupados en el cruceiro de Moldes, decidimos coger la pista que hay frente a la carretera para luego empalmar con la subida de las raíces prosiguiendo hacia la capilla de San Alberto y desde allí, proponer la continuación de la ruta.
Luego de poner a Luismi otra vez en problemas con un par de bajadas a prueba de frenos que no frenan, llegamos a la fuente del hospital donde encontramos a dos jovenzuelos en bicicleta aprovisionándose de agua, y a los cuales invitamos a acompañarnos hasta la cima del Tahume.
Se les veía en forma, pero la bicicleta de uno de ellos, una del Decathlon con parrilla portabultos y guardabarros, que más parecía una híbrida ciudadana que una mtb, nos hizo pensar que no eran habituales deportistas, pero nada más lejos de la realidad ya que fue empezar la subida al Tahume, y nuestras expectativas fueron claramente superadas, sobre todo en el caso de Fer y de Luismi, que cerraban, como unos Cipollinis cualquiera subiendo el Tourmalet, la cola del grupo.
Una vez todos arriba, el descenso se hizo por asfalto para alegría de Luismi, nada mejor que pendientes de un 18% húmedas y plagadas de aguja de pino para poner a prueba su no-brake trasero. Aun así, y saliendo de último, fue capaz de ir adelantando a unos cuantos hasta empalmar con la pista que hay a la izquierda y por la que nos dirigiríamos, dando algunos rodeos, hacia Bretal y desde allí desandar el camino, subiendo la pista del hospital, para volver bajando por las raíces, pistas de la zona de Rosende y de ahí al bar Campiño a recuperar fuerzas con una tapa de calamares con patatas y otra de paella.
Como la lluvia, el agua acumulada en forma de charcos y riachuelos, había hecho mella en nosotros, de hecho no había parte alguna del cuerpo que no estuviera empapada, nos recogimos rápido para poder llegar a casa y darnos una ducha reparadora con agua caliente.

Track de la ruta

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