HORIZONTES CERCANOS

Clío, por si no lo sabéis, es un modelo de coche que debe su nombre a una de las musas griegas, la de la historia, y hoy, después de una larga temporada sin notar su presencia, se me ha aparecido, la musa quiero decir, no el coche. Y menos mal que ha sido ésta porque si se me llega a aparecer Terpsícore no sé cómo os podría narrar la historia de nuestra última ruta de sábado, porque ella es la de la danza y yo bailar, como que no. Comencemos entonces con la descripción de los hechos.
Sábado 14 de noviembre, el día amanece espléndido para la práctica del ciclismo. Fresquito pero con sol y ninguna nube a la vista que amenace. Como es habitual, quedamos a las 10 AM en el jardín al lado de lo que era el quiosco de Castillo.
Durante la tarde anterior, Fer ha ido preparando con minuciosidad lo que va a ser la primera mitad de la ruta, estudiando tramos anteriormente recorridos por lo que el mando sherpa recaerá en su manillar. La otra mitad irá saliendo en función de hasta donde lleguemos.
A la hora en punto ya estamos en el jardín Varela, David, Javi, Fer, Paco y Luismi. El sherpa viene con ganas de rodar y ya está incitándonos a salir en dirección hacia Boiro antes de que llegue el resto del personal, pero como los que faltaban venían precisamente desde allí, nos ponemos en marcha. En ese preciso instante aparece Aki que se une a nosotros y un poco más adelante, en la Ribeiriña, Juli que hace lo mismo.
La idea es rodar por asfalto, para ganar tiempo, hasta la zona de Vilariño y Sandrenzo en Boiro y a partir de ahí ir recorriendo caminos, corredoiras y demás en dirección a Bealo. Aprovecharemos un tramo que ya habíamos hecho en otra ocasión cerca de Treites y que va bordeando el cauce del río. El camino es ideal para rodar con la bici de montaña aunque, debido a la humedad y las lluvias de las semanas pasadas, en algunas zonas está algo resbaladizo sobre todo las piedras y cantos.
Después de zigzaguear un rato, llegamos hasta Bealo y desde allí iniciamos la subida hacia Ourille bordeando por debajo del Castro Barbudo entre pistas forestales, cortafuegos y el sendero de mimosas que tanto no gusta.
Una vez arriba y con todo el grupeto reunificado, paramos a refrigerarnos en la fuente y a pensar en la siguiente fase de la ruta, la no planificada. La opción de subir hasta el Muralla se descarta por la hora que es, pero aun así proseguimos por lo que es nuestra ruta habitual de subida hasta allí.
Al llegar al llano que hace de cruce de caminos, después de un paso canadiense, David y Aki deciden tirar por un camino empinado que se ve de frente mientras que el resto deciden seguir por el margen derecho del monte, la que es una de las pistas habituales bien de subida o de bajada desde el Muralla. La idea es reencontrarnos con ambos un poco más adelante pero justamente ellos dos son los menos duchos en navegación, perdiéndose incluso por los caminos más habituales por los que solemos rodar, así que ya os podéis imaginar cual fue el resultado. Más de veinte minutos esperando a que se situasen y supiesen qué camino tenían que coger para volver a encontrarse con nosotros. Alguno ya pensábamos que acabarían por la zona de Rois, Padrón o Lousame.
Una vez reagrupados llegó la hora del estreno sherpaliano de Javi quien nos dirige hacia un tramo de bajada bastante divertido, exceptuando un par de puntos en los que la humedad sobre las piedras hacía temer por nuestra integridad.
Con más o menos estilo vamos llegando a abajo, los brazos de algunos se siente hasta doloridos, y cogemos asfalto hasta llegar al Araño, a la fuente preferida del maestro, donde David se despide ya que tenía intención de ir a hacer pesca submarina por la tarde.
Otra vez Javi nos vuelve a deleitar con su maestría de sherpa y nos conduce hasta un sendero que sigue el curso del río Te, desde el mismo Araño hasta la rotonda del polígono industrial de Rianxo.
Es un tramo de varios kilómetros en forma de sendero con varios cruces sobre riachuelos y con algunos tramos relativamente peligrosos si se va demasiado rápido, como algunos socavones, raíces o piedras resbaladizas.
Y si no que se lo digan a nuestro especialista en caídas en este tipo de terreno, Aki, el cual ni corto ni perezoso decidió comprobar por sí mismo lo resbaladizas que estaban las piedras a la entrada de un puentecillo y cayendo al agua, afortunadamente de pie. Lo único bueno fue que consiguió limpiarse el barro de las botas.
El paisaje, por momentos es impresionante, con alguna cascada y trechos del río en los que casi apetece darse un baño por lo transparente de sus aguas.
Pero todo lo bueno se acaba y en este caso llegamos al asfalto y ya no saldremos de él. Subimos hasta Taragoña pero no por la carretera si no por entre callejuelas que nos dejan al lado de la salida de la autovía. El problema es que con tanto callejeo, cruces y demás, Fer y Juli, que venían un poco retrasados, han perdido nuestro rastro y se habían dirigido antes hacia la AC-305 donde, al no vernos, ya habían decidido tirar hacia adelante.
El resto, después de esperar a ver si aparecían, decidimos también ir tirando y, cual no será nuestra sorpresa, cuando nos los encontramos pasado ya Cespón. Desde allí hasta Boiro, vamos a un ritmo algo más suave, aunque formando pequeños grupetos en función de las fuerzas que nos queden a cada uno de nosotros.
Ya en Playa Jardín, Juli se retira y el resto seguimos con ganas de parar en Don Paquito a deleitarnos con sus tapas tamaño familiar pero, para nuestra desgracia, está cerrado así que media vuelta y dirigimos nuestras bicis hasta el muelle de Escarabote para reponer fuerzas en el bar que hay allí. La tapa no está mal, unas nécoras que están bastante buenas, pero lo mejor que nos hubiera entrado en ese momento hubiera sido un jamón asado o unos calamares con patatas fritas. En fin, el que nos lea quejándonos por comer unas nécoras alucinará, ja, ja, ja.
Para finalizar, y parafraseando al T-800 que interpreta Arnold Schwarzenegger en Terminator 2, volveré. Y sí, es una amenaza.

Track de la ruta


Vídeo de la ruta

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