El caso es que este último sábado nos juntamos diez bikers, Pate, Pas, Luís con su nueva bici, Varela, Alberto, Andrés, David, que dejó el triatlón por una mañana, Nolo, Moya y Luismi, a pesar de que la mañana no presagiaba un día seco para pedalear. La cima de la Curota no se divisaba desde el casco urbano, una niebla espesa cubría las alturas y el viento del sur tiraba de la lluvia pero sin dejarla caer a esas horas.
Como no sabíamos si Andrés tendría alguna oportunidad de volver a pedalear con nosotros, quisimos homenajearlo con una subidita a la Hijaputa, así que hacia Boiro pusimos rumbo pero pasando por Sanisidro.
Desde el lavadero tomamos dirección a Pumadiño, subimos los dubbings y todo parecía que pasaríamos el puente de As Taras, pero justo antes de llegar cogimos un desvío a la derecha que sube por un sendero por el que solemos bajar, con zonas de bastante pendiente, tierra, alguna rodera pequeña, aguja de pino, piedras resbaladizas, pedrusquillos que tocan las narices y que hacen subir las pulsaciones a base de bien.
Desde allí nos dirigimos a Mosquete por carretera, pero al llegar allí, nos metemos entre las casas para bajar por una pista un tanto resbaladiza debido a las piedras húmedas que la jalonan. Al no ser una de nuestras pistas habituales, el sherpa que dirigía la expedición se equivocó y en un cruce nos llevó a la izquierda por una pista más empinada de lo habitual y con el piso en las mismas condiciones resbaladizas.
Para colmo de males, la pista no tenía salida, al menos pedaleando, así que, a excepción de Pas y Varela que decidieron intentar llegar hasta la carretera campo a través, el resto dimos media vuelta y subimos por donde habíamos bajado para coger el tramo bueno.
Una vez en el buen camino, y reunidas todas las ovejas, incluso las dos descarriadas, seguimos el trayecto en dirección a Cubelo, pero ya se iba barruntando un cambio en la ruta preestablecida ya que la niebla cada vez estaba más baja y no se presagiaba nada bueno.
Entonces, las mentes calenturientas decidieron subir por la pista que empalma con Cubelo de tierra, vamos a llamarla Cubelo de tierra 2, y luego empalmar con la de Castelo de Vitres hasta la Portela, dejando a Andrés con las ganas de subir la Hijaputa y a Luismi con ganas de estrangularlos sólo de pensar en lo que le esperaba.
La primera subida fue una pequeña escabechina entre el pelotón del medio, ya que el hecho de tener que pedalear por las roderas de los vehículos con la pendiente que tiene, hizo que varios de los bikers tuvieran que echar pie a tierra y empujar la bici hasta encontrar una zona desde la que poder volver a montar en la bici.
Con más pena que gloria, el último de pelotón conseguía subir de un tirón pero a un ritmo mucho más tranquilo que el resto.
Después de un breve descanso al pie de la carretera en el que aprovechamos para comer algo, seguimos con las pendientes de la subida por Castelo de Vitres. Parecía que algún bicho les había picado a casi todos porque para arriba que se fueron como alma que lleva el diablo, mientras Luismi seguía a su ritmo tranquilo.
Después de los primeros repechos, los más duros tal vez de la subida, la niebla se adueñaba de la sierra y ya no se veía a más de 50 metros, por lo que era difícil saber donde iban los demás, la distancia que llevaban de ventaja los de delante o si alguna vaca o algún caballo cruzaban la pista por delante. Además, según se llegaba a arriba una brisa mediano soplaba del sur, con lo que en algunos sitios empujaba a los sufridos bikers que tenían que hacer esfuerzos para no salirse de la trazada o dar bandazos en los peores sitios.
La reunificación se llevó a cabo en la Portela, donde unos cuantos aprovecharon para abrigarse y soportar el fresquillo que podría llegar a hacer en la bajada.
Dado que la niebla seguía impidiendo una buena visibilidad, el primer tramo se llevó a cabo despacio, manteniendo los frenos calentitos porque no se divisaba lo que podría aparecer de pronto de frente. Pero al llegar a la primera curva cerrada a izquierdas, la niebla se disipaba y se iniciaban las hostilidades con Varela en primera instancia y Luís posteriormente, probando su nueva Cannondale doble.
Se fue ganando velocidad pero sin llegar a ritmos suicidas, aunque Varela nos hizo un par de demostraciones de control de la rueda trasera y Luismi de cómo catapultar una piedra hacia atrás con malas artes que casi impacta en la pierna de Moya que venía pegado detrás de él.
Una vez en el asfalto, bajada dejándonos llevar para llegar hasta el bar y pegarle a la empanada que Pili, ya recuperada de su operación, nos preparó aunque no sirvió, ya que tenía una ayudanta para tales menesteres.
Track de la ruta
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