Por estas fechas, y a pesar de que la primavera aún no ha dado indicios de aparecer, los miembros de Portela MTB ya andan con la sangre alterada. Algunos más que otros, sobre todo los que están preparándose para los grandes retos que se avecinan como pueden ser los 10.000 del Soplao o los 151 del Bierzo. Por ello, se empiezan a realizar rutas más largas, se programan desafíos a cada cual más extravagante,…. Aún así, hay dos o tres miembros que todo eso no les quita el sueño y siguen con sus dosis semanales de kilometraje a ritmo tranquilo y salidas de sábado con calma sólo por el mero hecho de disfrutar encima de la bici.
El sábado 16 de febrero fue una clara muestra de ello, mientras unos cuantos miembros decidieron hacer una salida larga y machacante, Fer, Juan y Luismi decidieron hacer una más tranquila pero no menos corta, ya que la vuelta al Barbanza por asfalto cuenta con kilometraje suficiente para cubrir toda la mañana.
Además, mientras el otro grupo madrugó a las 8:30 de la mañana para salir, los tres mosqueteros quedaron a la hora de siempre y en el lugar de siempre.
Luismi, como viene siendo habitual en los últimos sábados, volvió a sufrir problemas mecánicos en su bici lo que casi provoca su abandono a las primeras de cambio, los trinquetes de la rueda trasera no querían dejarle pedalear pero justo cuando iniciaba el regreso a casa, la mecánica le hizo el favor de repararse momentáneamente, lo justo para llegar hasta Boiro y ver si Nelo le podía arreglar el desaguisado.
Pero, la reparación no era cosa de dos minutos, lo cual hizo que Luismi arengase a sus dos compañeros a que partiesen sin él, que se quedaría en Sportbike hasta que Nelo le reparase la bici. Juan, en plan cachondeo, le indica que podría hacer la ruta en la Cannondale de carretera que utilizan para probar el BKool y a lo que Nelo responde diciendo que se la podría llevar sin problemas, hacer la vuelta al Barbanza mientras él repara la bici, y devolverla una vez finalizada recogiendo ya la suya reparada.
A Luismi no hacía falta animarlo mucho, ya que por su cabeza hace tiempo que ronda la idea de comprar una flaca, así que sacan la bici del rodillo, le bajan el sillín para adecuarlo a su altura y adiós muy buenas, ponemos rumbo hacia Moimenta.
La imagen de Luismi en la flaca, con botas de MTB, casco con visera y camelback es cuanto menos chocante, pero él va como un crío con zapatos nuevos, pegando acelerones en los repechos, buscando la velocidad máxima en las bajadas, mientras Fer y Juan van a su ritmo tranquilo.
En la bajada hacia Tállara, Luismi mete un arreón buscando conseguir la mayor velocidad posible, pero el desarrollo de la bici no ayuda y llegando casi a los 70 km/h va perdiendo pedalada con lo que desiste de seguir intentándolo. En la recta se deja ir, esperando a sus compañeros de ruta, pero el buen andar de la flaca y sus ruedas finas le hacen llegar hasta el Trapeiro, sin que sus compañeros le hayan dado alcance por lo que decide parar un momento y esperarles.
La llegada a la entrada de Noia la hacemos los tres juntos, con Fer y Juan por delante marcando el ritmo para que Luismi no se les escape sin querer.
El día es perfecto para rodar, el asfalto seco, no hace frío ni calor, el sol no molesta y el tráfico tampoco, así que los tres tenores van dirigiendo sus pedaladas pasando Portosín y llegando a Porto do Son, donde paramos a descansar un rato, reponer fuerzas y gozar de las vistas de la entrada de la ría de Noia, monte Louro, etc…
Otra vez en marcha, al pasar la playa de la Arnela, Luismi mete un arreoncillo, vuelve a incorporarse al grupeto, vuelve a pegar otro arreón, así durante un buen rato, pero el tiempo se nos va echando encima y aún hay que llegar hasta Boiro para devolver la bici y recoger la suya, así que, a la altura de Caamaño deciden que Luismi se vaya en solitario y que nos veríamos en el bar del naútico, ya que se había hecho tarde y al de Sanisidro íbamos a llegar bastante tarde.
A Luismi la idea la ha gustado y sale cual contrarrelojista para disfrutar de la flaca como no había podido hacer hasta el momento. Los kilómetros van cayendo y con las pulsaciones subiendo a la par, de hecho, en la subida desde el hospital hasta Moldes la media se dispara hasta las 183. En las cuestas abajo va volando bajo y ni siquiera en esos momentos las pulsaciones bajan de 160. En los repechos que le quedan va dándolo todo, primero subiendo el de la recta de Lesón hasta el cruce de la Atalaia, luego en el de la Angustia, y después desde la Mercé a saco hasta Sportbike.
Nelo lo ve entrar por la puerta con la respiración entrecortada pero con una sonrisa de oreja a oreja, la prueba de la flaca ha sido un éxito, sólo queda recoger su Focus y volver hacia Pobra para tomar algo con los otros dos compañeros de ruta.
Pero la ruta iba a acabar como empezó. Una vez coronado el alto de San Lázaro, “hors catégorie”, el sillín decide tocarle las narices a Luismi, rompiéndose como el primero, por el lado izquierdo del raíl, así que ya no hay parada en el náutico, aunque de nada habría servido ya que los otros dos componentes, después de intentar contactar con Luismi por el móvil, habían decidido parar en el Liñar para acabar la jornada ciclista.
Al final, setenta y pico kms divididos en dos fases, una primera de relax total y una segunda, para Luismi, de esfuerzo orgiástico y desenfreno pedaleante, je, je, je.
El track de la ruta
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