SI TRES SON MULTITUD ¿CATORCE?

En la anterior crónica, día del Apostol, comentábamos que sólo habían salido tres bikers portelianos pero este primer sábado de agosto nos encontramos con overbooking de personal, je, je, je. Nos volvimos a juntar 14 bikers en el jardín dispuestos a soportar el maltrato físico y psicológico de los sherpas de turno.
Así que para empezar, y con Edu haciendo su labor de sherpa tolo, nos dirigimos hacia Sanisidro sin saber lo que nos depararía la jornada. Con él cualquier cosa puede pasar y si por el camino hay algún repecho de esos que hacen que el pulsómetro haga trabajo extra, no dudamos en que pasaremos por allí.
Llegados a Sanisidro cogemos la carretera que sube hacia Sampaio, con lo cual, los que suelen sufrir más de la cuenta, respiran pensando que les dará tiempo a calentar las patas antes de iniciar la subida de la Portela. Pero, como ya lo habíamos avisado anteriormente, con Edu no hay término medio, así que nada más acabar el repechito de asfalto inicial nos lleva a subir por la casa del montero y bordear por debajo el campo de fútbol, que es la mejor manera de calentarlas.
Con más pena que gloria vamos pedaleando pensando en que, en el peor de los casos, nos tocaría sufrir la subida de los eólicos desde abajo, así que mejor no desgastarse mucho ni malgastar pulsaciones. Pero Edu se encuentra magnánimo y decide llevarnos por la pista que sigue de frente y que baja otra vez a la carretera, con lo cual, los del vagón de cola vuelven a respirar aliviados pensando en que van a poder recuperarse un poco del esfuerzo, ja, ja, ja ¡y se lo habían creído!
A medio camino, la cabeza del pelotón enfila hacia la izquierda, justo donde acaba un cortafuegos en pendiente, y suben en diagonal en dirección a los árboles. Bueno, al menos no se hace muy duro y para algunos es incluso una novedad. El problema vendrá después cuando empalmamos con el sendero que nos lleva a la subida de la Portela y que tienen un par de repechos no muy técnicos pero sí algo exigentes. En fin, Edu en estado puro.
No contento con ello, mientras continuamos por la subida habitual, nos conduce hacia la izquierda otra vez lo que provoca, entre las huestes menos preparadas, sudores fríos pensando que al final sí que se iba a subir a los eólicos de la Portela. Pero no, otra vez nos equivocamos, porque por donde nos quería llevar en realidad era por el camino viejo de la Portela, que en su primer tramo es mucho más llevadero que la pista habitual pero que en su último tramo te machaca el pulso sin piedad. Dado la estrechez del sendero y las fuerzas de unos y otros, el pelotón se estira por lo que los primeros en llegar arriba deben esperar un rato hasta reagruparnos.
Después de unos minutos de “relax” proseguimos con la ascensión hasta la Portela para luego seguir por el curro hasta el inicio de la balconada.
Algunos ya respirábamos algo mejor, nuestros corazones mantenían unas pulsaciones decentes y las piernas parecía que ya habían encontrado su punto óptimo de trabajo mientras pedaleábamos en dirección a la encrucijada del Enxa.
Incluso algunos empezaban a darle algo más de caña a la bici pensando en que lo peor ya había pasado, pero…….sí, Edu seguía de sherpa, así que al llegar a dicha encrucijada, de todas las variantes posibles por la que se podía optar como eran subir hacia la cuesta de los tábanos o hacer la ruta al revés por el camino viejo del Barbanza, o seguir la balconada hasta el cruce que sube para A Graña, o hacer toda la balconada y bajar por Casamea, o ir hacia el curro del Enxa y bordear el Graiade por el norte, o ……….. bajar por la carretera que bordea por el norte el Enxa para luego subir por alguna de las múltiples pistas inhumanas que nos llevarían de vuelta a la balconada ¿adivináis cuál fue la decisión?
Exacto, la última, así que nos dejamos ir cuesta abajo mientras mentalmente nos íbamos haciendo a la idea de que en cualquier momento las cosas se iban a poner cuesta arriba, literalmente.
Luego de atravesar una selva de xestas y zarzas, cruzar un riachuelo a pie porque no invitaba a pasarlo montados, de subir y bajar varios repechos, llegó el momento de la verdad y, en un giro a la derecha nos esperaba “la subida”.
El primer tramo ya es apocalíptico para un biker medio, además de la pendiente, el piso está muy bien surtido de piedras y pedrolos que hacen que llevar un ritmo de pedaleo sea algo complicado, con lo cual lo normal será poner pie a tierra, si no es por uno mismo será porque alguno de los que van delante de ti lo hacen y ten por seguro que no te quedará más remedio que imitarle. Una vez pasado éste, se llega a una curva de 90º a la izquierda en la que hay una especie de descansillo que te permite coger aire y, si has subido a pie, volver a montar en la bici y continuar con la subidita en la que el plato pequeño y los piñones más grandes son la única manera de poder mantenerse en marcha sobre ella. Resumiendo, una subidita de 1,7 kms con una pendiente media del 12% y en la que se ascienden casi 210 metros.
Obviamente el pelotón se ha estirado completamente, con Luismi a la cola pero no muy alejado de Julini al que va alcanzando poco a poco y que rebasa a unos 150 metros del final. Se han hecho notar los tres platos de la 26 de Luismi contra los dos de la 29 de Julini.
Reagrupados de nuevo, decidimos seguir la balconada en dirección al Iroite, con Edu siempre al mando, pero las fuerzas van menguando, sobre todo en aquellos con menos kilómetros en las piernas y que empiezan a dar síntomas de calambres, por lo que al llegar al cruce que sube hacia A Graña, giramos a la derecha y nos dirigimos hacia allí para bajar por carretera.
Pero, aunque las fuerzas escaseaban, había ganas de marcha, así que unos cuantos deciden tirar como demonios hacia abajo, pillando al resto desprevenidos. Mientras unos pocos deciden bajar con calma, Luismi intenta coger al primer grupo pero lleva desventaja, el va solo y los otros van relevándose. La velocidad media supera los 60 km/h y, a pesar del esfuerzo, Luismi no es capaz de acercarse a ellos aunque sí de mantener la distancia en toda la bajada hasta el cruce de Mosquete donde comienza el reagrupamiento para continuar bajando por Runs en dirección a Boiro ya que, con la hora que es, ir hasta Sanisidro se nos haría tarde y por lo tanto, la habitual parada rehabilitadora a base de bebidas frescas y tapita, la llevaremos a cabo en el Don Paquito.

Track de la ruta

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