TAN LEJOS Y TAN CERCA

Este mes de julio parece que la gente anda más animada para salir los sábados y nos estamos encontrando con que la media de asistentes por jornada ha subido con respecto al resto del año.
A los habituales que se dejan caer de vez en cuando por aquí, se nos van juntando foráneos como en el caso de José Antonio, que vino desde Burela para pasar unos días de relax y contactó con nosotros para salir a pedalear por la sierra. Otro caso es el de Juanjo, aunque no sea de tan lejos ya que es vecino de Palmeira y compañero de trabajo de nuestro Matías, que picado por el gusanillo de la bici de montaña, se quiso unir a nuestro grupeto. Además, teníamos otra novedad, Fran acudía con su nueva montura, una Canyon Yellowstone de 29 pulgadas.
Así que, otro sábado más a las 10 de la mañana, nos reunimos en el jardín 14 sufridores del pedal para disfrutar de una nueva jornada por la sierra del Barbanza.
El mando de las operaciones lo toman entre Luís y Fer, y como viene siendo habitual en el 90% de nuestras salidas matutinas, enfilamos nuestras monturas hacia nuestra querida Portela pero claro que, con este dúo al mando, la cosa no iba a ser tan directa.
Al llegar a Sanisidro nos desviamos hacia la pista que nos lleva a Pumadiño pero, justo antes de cruzar el puente, seguimos por la izquierda para iniciar lo que denominamos Taras B, que no tiene nada que ver con la novela de Nikolai Gogol ni con la película basada en ella e interpretada por Yul Brynner, “Taras Bulba”, si no que es la opción B de la subida por el puente de As Taras, aunque en este caso no se llega a pasar por él.
Si la opción A ya le toca la moral a más de uno, la opción B es de castigo, con algún tramo que ronda el 17% de pendiente y que no permite el mínimo descanso hasta que empalma con la A, momento en el cual uno ya puede “disfrutar” del pedaleo, si su ritmo cardíaco y su respiración, se lo permiten.
En este tramo, Juanjo sufre lo indecible, y tiene que echar pie a tierra en alguna de las zonas más complicadas, pero poco a poco y en compañía de Matías, va ascendiendo hasta reagruparse con el resto.
El problema es que semejante esfuerzo le ha dejado tocado y aún le espera la subida de la Portela, no tan dura físicamente como Taras B pero sí tal vez psicológicamente, ya que en algunas de las zonas vas viendo como el resto del grupo se va alejando de ti a pesar de tu esfuerzo y eso te va minando poco a poco. Y de ello puede dar fe Luismi, habitual en los puestos traseros y que, sobre todo en las salidas mañaneras, sufre como un bellaco.
La subida se va haciendo a un ritmo bastante por debajo de lo habitual, pero aún así, Juanjo se nota completamente tocado y tiene que parar un rato para coger aire y recuperar un poco antes de que el hombre del mazo lo remate sin piedad. Entre Matías, Emilio y Pas, consiguen que retome la bici y acabe la subida de la Portela.
Una vez arriba, comienza el debate de cual camino seguir porque las alternativas son todas golosas, y al final, decidimos tirar hacia el curro y, desde su parte trasera, subir por el camino que lleva a los eólicos del Barbanza.
Juanjo, Matías y Emilio, deciden seguir hacia la Curota, ya que como estreno con los Portela MTB para el primero de ellos, ha sido más que suficiente y van a seguir con una ruta más suave.
La subida sólo tiene un tramo complicado, con una zona de piedras que hacen que la mayoría de nosotros tengamos que echar pie a tierra y empujar nuestras bicis unos 20 metros. Pero siempre hay alguien que se empeña en demostrar que no hay subida imposible, y aunque ya estamos acostumbrados a que Luís nos dé muestras de su “savoir faire” esta vez quien lo hizo fue el artista invitado burelés, José Antonio, y que nos dejó atónitos subiendo, sin poner pie al suelo, hasta arriba.
Una vez todos juntos otra vez comenzamos el descenso por el camino viejo del Barbanza en dirección a la fuente que hay a mitad de camino y con la vista puesta en la subida de los tábanos pero entonces ocurrieron dos hechos que cambiaron el devenir de la ruta.
El primero de ellos era el “estreno” de la Canyon de Fran con llantazo y rajada de cámara incluida que nos hacen parar poco antes de la fuente. Y el segundo, una vez reparada la rueda y abastecidos de agua fresca, fue la aparición de una nueva pista que, a los ojos de todos nos hizo tilín enseguida.
No es que fuese una pista rodeada de árboles, ratonera, en descenso, de esas en las que disfrutas pedaleando o dejándote ir, no, era una puñetera cuesta para arriba, recién abierta, ancha, con el suelo de tierra aún bastante suelto, por el que sólo se podía rodar por las huellas de las máquinas. Eso sí, las vistas espectaculares hacia la entrada de la ría de Noia, con el Enxa y el Graiade a un lado y todo el océano Atlántico de fondo.
Poco a poco, alguno más poco a poco que los demás, fuimos subiendo esa pista que nos va a dejar a la que va por la cima del Barbanza, la que da servicio a los eólicos, y justo a unas decenas de metros del primero de los dos repechos cojoneros que tiene en dirección sur.
La gente ya tiene ganas de bar, así que comenzamos el descenso vertiginoso de vuelta hacia la Portela, pero como tenemos invitado, decidimos enseñarle las vistas que hay desde la bajada por el campo de fútbol de Sanisidro.
La pista está bastante suelta y aún así se baja a buen ritmo, pero en el último tramo, Luismi se queda algo descolgado y, creyendo ver al último girando a la derecha, sigue por ahí, cuando en realidad el grupeto había girado a la izquierda para llevar a José Antonio a hacer la bajada por la opción A del puente de As Taras.
Mientras Luismi, culminada su “hazaña”, se relaja esperando por el resto en el bar de Sanisidro, los demás disfrutan como enanos y concluyen la jornada con un arreón final, casi en sprint, hasta el final de etapa donde Pili nos vuelve a obsequiar con una espléndida ración de empanada y otra de chorizo para que nuestros cuerpos recuperen las fuerzas gastadas.

Track de la ruta

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